lunes, 5 de agosto de 2019

Yo, Sifón - Capítulo 7


Yo, Sifón, aún me acuerdo, vaya si me acuerdo de cuando estuve en la discoteca Black Cat. En realidad a este local llegué en los últimos días en que era todavía la discoteca Oasis. Gracias a esta circunstancia presente estuve en la apoteósica inauguración de Black Cat. Destacable de este día fue la emotiva escena al final del show protagonizada por los principales, abrazados dijeron al respetable "somos una familia"; más destacable si cabe fue el hecho de que a los pocos meses "la familia" estaba de pleitos en la magistratura.
Inocente era yo en estos momentos de que comenzaba mi prejubilación. Ahí largos años me quedé vacío en la estantería detrás de la barra hasta que un fortuito incendio que arrancó cerca mío conllevó mi retirada y pasé directamente a la jubilación.
Mucho aprendí y más vi desde mi privilegiada posición desde la que dominaba prácticamente todo el local y, mucho más interesante, las subidas y bajadas al sótano en donde se encontraban los baños y dos amplias habitaciones que recibían el sugestivo nombre de "cuarto oscuro". Con el tiempo aprendí a distinguir a golpe de vista a que iban abajo quienes tomaban las escaleras: a hacer uso del baño, a perfumarse, a robar carteras o a hacer uso del cuarto oscuro en, básicamente dos versiones: larga estancia o la que podríamos llamar por su brevedad "polvo de conejo". A veces a ese cuarto bajaban ya emparejadas personas generosas a las que por lo visto no importaba compartir su amor. Especial afecto me provocaba una persona a la que hacía muchas décadas había abandonado la juventud y que se pasaba prácticamente la noche en el susodicho cuarto y en el que por lo visto practicaba especial actividad que le valió el cariñoso mote de "la mendiga sexual". Me enteré que también cultivo fama en la Plaza Gomila debido a su costumbre de esperar el autobús, ya amaneciendo y enmedio de la juventud que provenía de las distintas discotecas, con la camiseta llena de "medallas", inequívoca prueba de su entrega al prójimo.
Aprendí desde mi torre de marfil que la frescura no tiene cura, que el que no corre vuela, que muchas veces lo que oyes hay que ponerlo doble y al revés, que el tamaño importa y el estar buena también, la relación deseo-edad, el efecto embellecedor 3 de la mañana y los diferentes efectos que provocaban el paso de las horas, especialmente la moderación en las expectativas que hasta llegaban al extremo de bajar por completo el listón.
Ay, la noche. Cuantos desvaríos se evitarían si oportunamente se invocase al dios Término para que impusiese límites infranqueables y nos recordase que al Punto óptimo hay que tender.
La discoteca pasó por diferentes gestores y todos ellos mantuvieron el mismo enfoque y el show, que puedo asegurar que ningún día faltó en su larga vida. Durante sus primeros años se abría a diario todo el año y muy progresivamente se fueron reduciendo sus días de apertura hasta llegar a sólo abrir viernes y sábados.
Verdad es que las bellas flores en cualquier parte pueden surgir y así preciosas y sabias conversaciones oí. Especialmente destacaría la disertación que un buen día dió Frauen i Tomona, un bello y macho joven, hela aquí: "los camellos aparecen y desaparecen pero el conjunto de ellos conforma un ente superior que pervive y que podríamos llamar "el camellazgo". Este ente es una emergencia y como toda emergencia tiene unas cualidades y unos alcances que van más allá de la suma de sus partes e incluso de la de su comprensión de sus integrantes y que resultan ser reemplazables. De igual manera podríamos hablar del "humanazgo" que vendría a ser el ente creado por el conjunto de los humanos y que va acumulando conocimientos a lo largo del tiempo. Quizás el papel del individuo en el juego cósmico sería el de aportar temporalmente su granito de arena al desarrollo de este ente".
"Los sucesos venideros proyectan su sombra por adelantado" alguien escribió. Creo que fui el único en llegar a entender que el primer día en que apareció por la discoteca la Purísima Lady Berlin empezó la cuenta atrás del cierre. Lady Berlin nos anunciaba con sus actoo, y sobre todo con sus no-actos, el advenimiento de la nueva era en que brillaría la luz del "parejismo" y el "sexless entertainment".

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