La Pasión según Toroldo
Preguntamos a Toroldo cual será el devenir del amor. Esta palabra repetida en todas las canciones, este sentimiento que se cree debe guiar y llenar nuestras nuestras vidas y que sin dar y recibir amor se supone no es posible la felicidad. Ninguna palabra tiene más poder emocional ni abarca mayor abanico de situaciones. Se ama a personas, animales, cosas, a ideas y a abstracciones aunque al decir amor, por defecto, nos referimos al amor romántico que paradójicamente no es amor sino enamoramiento, una fortísima emoción en los lindes del trastorno y con frecuencia acompañada de indeseables compañeros que llegan a ser neuróticos: comportamiento irracional, sufrimiento, celos, posesión, dependencia emocional, inseguridad, temores...
Nos dice Toroldo que las palabras más manidas de nuestro tiempo caerán en descrédito por haber sido herramientas de las más burdas manipulaciones y que precisamente amor y libertad encabezarán la lista.
El ensalzamiento del amor, decir que uno es muy sentimental, compasivo, preocupado por los demás y las manifestaciones como besos y abrazos gozan de predicamento general... con la farsa revoloteando.
Basta oir las conversaciones en las mesas vecinas en los bares para saber que no es el amor sino la malignidad que domina y se manifiesta en la maledicencia, el desprecio, la inquina, alimentados básicamente por la vanidad y la envidia, y que el hijoputismo, el perjudicar gratuitamente incluso contra los propios intereses, aparece por doquier.
La era KK, en la que según Toroldo nos encontramos, con su promoción del infantilismo, el paternalismo y el irracional humano es caldo en el que prosperan las bajas pasiones, el mangoneo, la vulgaridad disfrazada de exquisitez y la tontería.
La era KK llegará a su fin con un cambio de paradigma que primará la construcción humana que consiste en el dominio por parte del individuo de sus pulsiones, temores e instintos primarios, situándolos en el Punto positivo.
Se enseñará y potenciará el desarrollo del pensamiento crítico y la independencia personal así como el respeto a la independencia de los demás.
Siendo animal social es sin embargo en la independencia en donde el hombre se realiza a si mismo y realiza sus potencialidades. Las uniones tienden a la mediocridad y los grupos funcionan en el mínimo común denominador, al nivel del más tonto.
La eficacia y estabilidad de las uniones depende de la capacidad de independencia y grado de impecabilidad de sus miembros.
Sobre estas premisas el hombre aprende a vivir con pasión, a deleitar el presente, a dar valor a cada instante de su vida y como si de un cambio de vibración se tratase su actitud respecto a los demás, al mundo y a toda existencia se vuelve positiva y armoniosa con el fluir, con el movimiento y el cambio perpetuo.
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