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viernes, 8 de noviembre de 2019

Yo, Sifón - Capítulo 21


Yo, Sifón, aún me acuerdo, vaya si me acuerdo de cuando estuve en la cafetería Click en el Paseo Mallorca. Importante fue mi estancia ya que durante ella aprendí que nunca lo has visto ni oído todo, por más que ya hayas visto y oído, y también de cuan verdad es el antiguo refrán "on te creus que no plou no si pot estar de goteras" (donde te crees que no llueve no se puede estar de goteras), lo mismo se podría decir del suelo al que jurarías seco y sobre el que sin embargo han perdido aceite. También en Click conocí a una adelantada a su tiempo en la moda de considerar super a todo; "ayer vi una película superdivertida", "mañana tengo una entrevista super-super importante". Y quizás lo más peculiar: una señora que sólo decía "gris" y que sudaba un montón y de la que se murmuraba que era ladrona, o la voz que no pude identificar y que dijo "es mejor estar medio abierta" ¿...?, o, el señor americano, cliente de diario y de bebida única y que la pedía con un recitado que ningún camarero entendía debido a su pronunciación, "esmirnofvodkaconielousinlemon", a no ser que el camarero ya lo conociese, le servían invariablemente vodka con limonada para su indignación; este señor tenía una memoria cero, se olvidaba que había ya bebido y repetía continuamente su retahíla. Obvio es decir que se iba bien alegre, caso de que no hubiera llegado ya en tal condición.
Click se abrió como local novedoso en todos los aspectos, era rompedor, y gran éxito durante años ello le dió. Transcribo el comentario de un cliente. "Nunca tomo pizzas, para nosotros lo de este lugar son las hamburguesas, los perritos y los sándwiches. Todos se sirven emplatados con patatas y ensalada. Los platos tienen nombres de película y existe gran variedad de combinaciones. 
El local está ambientado con dibujos relacionados con el cine y no se si será por los recuerdos que me trae pero me siento muy a gusto en este ambiente".
Estar durante un tiempo detrás de la barra de un local animado y con público variopinto da para mucho mucho. Veamos.
Cómo me dió que pensar lo que de manera convencida dijo Gigi: "No lo recuerdo y si no lo recuerdo no existió" ¿Puede ser esto verdad?. Práctico sí es pretender haber olvidado lo que no interesa o que lo se desea no hubiese ocurrido; ¡ay! la carne es débil. Suponiendo que Gigi hubiese olvidado de verdad y que los demás intervinientes en la fechoría no, pues no se podría pretenter que la tal no existió; pero en el caso de que todos hubiesen olvidado ¿existiría el hecho?, la respuesta parece fácil, pero... ¿dónde queda registrado el hecho?.
¿Se puede establecer que es la felicidad? ¿Existen la fórmula o fórmulas para alcanzarla?. Pues bien, Baron de Mitelclas no sólo tiene la fórmula de disfrutarla sino que también tiene la de la infelicidad: ser rico. Pensándolo bien, resulta obvio que sin saber que es la una no se podría tampoco deducir que es la otra.
Durante una velada, ya algo cargado de alcoholes, Baron de Mitelclas fue presa como de un furor sagrado y largó con frenesí esta arenga a su grupo: "mi felicidad se encuentra en entretener, divertir a la clase media y que a cambio me da su amor y que yo a su vez devuelvo con besos y abrazos. ¿Qué mayor felicidad puede haber que la de fundirnos en amor?. Esto es algo sólo al alcance de la clase media, algo que los ricos nunca podrán tener y que amargamente envidiarán y que por tanto los sumirá en la infelicidad". Entonces se abrazó al camarero y esparció por el suelo un paquete de servilletas de papel, y continuó "nadie puede ser más feliz que este camarero que nos ha dado su amor y que mañana con amor cogerá la escoba y barrerá. Ningún rico jamás conocerá la felicidad que da la escoba". Entonces uno de los asistentes tomó la palabra "abominad de la riqueza y del marketing, fuentes de la infelicidad, y abrazad la escoba salvadora". Intervino otro de los asistentes "conozco a uno al que le tocó un sorteo y al que el dinero le ha servido para ponerse gordo como un tonel, tonel tonel. ¡Fuera loterias! ¡Fuera primitivas, primas del diablo!. ¡Viva Baron de Mitelclas, profit japines!. No, estas personas sólo habían tomado alcohol.
Una tarde llegó Caggon Tresenuno y contó al camarero esta bonita historia: ayer iba en el bus 3, estaba sentado en uno de estos asientos en los que tienes de cara al de delante. Mi vecino era un cincuentón y el que al minuto de mi llegada me dice ¿puedo hacerle una pregunta? no había tal pregunta, se pone a recitar algo con trazas de poema que hablaba del pensamiento y que pretendía ser una pieza de sabiduría, ¿le ha gustado? me pregunta; asiento y se pone a recitar una segunda revelación, mi repetida aquiescencia parece que le anima y con mayor ímpetu se pone a hablarme del karma, del número de vidas que tenemos y de lo buenos que debemos ser; me pregunta si tengo pareja o estoy casado; le doy nombre y apellidos de mi esposa fake para que no quepan dudas; su cara muestra una cierta contrariedad al tiempo que me da un papelito, verdadero enemigo de la gramática, en donde aparece un número de teléfono y lindezas como "Madre Divina le entrego Este defecto para que Lo elimine" y "Sexo logia superior".
La casualidad ha querido que hoy haya visto al hombre sentado en el mismo asiento y largango, supongo el mismo discurso, a otro "afortunado", y me he preguntado ¿le faltará un tornillo? ¿busca reforzarse sus creencias? ¿estará reclutando para un culto? ¿habrá detrás una intención solapada, como por ejemplo un 69 oculto? No he podido dilucidar una respuesta y espero no se me presente la oportunidad de profundizar. Es frecuente que detrás de palabras, gestos, sonrisas y efusividades haya una intención, como ejemplos, en el caso del comerciante, aligerarte el bolsillo, o la de quien lo único que realmente busca es el mirar a Cuenca.
Volviendo a ayer; como vi que el rollo no iba a parar y que me quedaba bastante trayecto, súbitamente me levanté, dejando, para su disgusto a mi predicador con la palabra en la boca, y con cortés despedida me bajé del bus. Inmediatamente llegó el 5, en donde encontré plácido asiento. El karma me ha premiado me dije, muy bien me debí portar en mi vida anterior, me ha quitado a este pelma de encima y además llegaré antes. Se me ocurrió entonces esta moraleja "a los tontos déjalos, a las tontas déjalas; déjalos, déjalas que felices vayan, y más cómodo viajarás y antes llegarás".

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