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jueves, 23 de marzo de 2017

Idiotez e Infantilismo en CreATor Club


Sigue el relato CreATor Club en Antroom

En el autobús rumbo a su cita esboza una sonrisa al recordar el pequeño artículo publicado en el periódico con motivo del día mundial del agua ¿qué día no es día mundial de algo? Los expertos acaban con el cuento de las aguas curativas y dicen que el agua es agua, tanto la del grifo como la de botella y que una no es mejor que otra. Un gran mito de la modernidad ha saltado por los aires y su onda expansiva será demoledora para muchos, tanto como cuando se enteren de que la política es otro cuento al igual que los viejos se vuelven infantiles. Un viejo no se vuelve infantil a menos que lo haya sido toda su vida, aunque el hecho ha sido debidamente camuflado con apariencias de firmeza e importancia. Estas máscaras caen con la edad y el infantilismo subyacente aparece entonces en todo su esplendor.
¿Es lo mismo ser idiota guapo que idiota feo? Evidentemente que no, la belleza es un manto que cubre la idiotez y según pasan los años, al esfumarse la fragancia juvenil, la idiotez aflora. El que se ve idiota a los cuarenta ya lo era a los veinte, no se trata de una idiotez sobrevenida.
Se alegra Chichí Brida de que su instinto en esto no le haya ha fallado, como en tantas otras cosas. Nunca en su vida compró botellas de agua, hecho que se ocupaba de no pregonar para no enfrentarse a la fe triunfante y evitarse el escarnio correspondiente.
Recuerda casos de infortunio de las botellas, especialmente el de Doña Croqueta que resbaló durante un transporte y una garrafa de cinco litros le fue a dar contra la muñeca dejándola para siempre lastimada sin solución.

Chichí Brida tiene a los periódicos como su única fuente de noticias, nunca sigue la actualidad por televisión o radio. El motivo es que considera al periódico el medio menos invasivo y que permite pasar de largo sobre lo que no interesa. Oír a los comentaristas y tener que analizar y dilucidar la verdad verdadera le parece un trabajo excesivo para realizarlo a diario.

La vida de Chichí Brida sufrió una transformación al conocer la revelación de Momo. Hasta este momento sus criterios se basaban en sí y no, en blanco y negro. La confianza debía ser completa, la amistad total, dulces, grasas y pastas desterradas...
La complejidad y las contradicciones no existían y así sufrió graves decepciones. La confianza resultaba traicionada, las amistades distaban de ser modélicas y hasta aprendió que el cuerpo necesita azúcares y grasas y que su maldad no era intrínseca.
El mundo se le derrumbó y pasó de ser un lugar de seguridades idílicas a un pozo de inseguras iniquidades.
Casualmente, si es que existen las casualidades, en su peor momento, un amigo le recomendó la lectura de 6969 Delenda est Imbecillitas y así en el capítulo Punctum Redemptoris halló su redención. De este capítulo destacó:

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